| Casa de Fátima e Alex |

Osebe, Brión | 2009 | 2012

La cercana presencia de la “Casa del padre” constituye un testigo mudo del devenir del proyecto, primero, y de la obra, después. Y la casa, por ello, se cierra al naciente, con limites rotundos y apenas matizados, como rehuyendo el diálogo y hasta el intercambio… Pero la casa, también, se abre al poniente, hacia el horizonte, donde se busca el aire y se acaba el día: y lo rotundo deja paso ahora a una ambigüedad calculada, de espacios que son uno pero también son varios; de espacios que son “adentro” pero también son “afuera”, de espacios, en fin, que se prolongan hacia el exterior, hasta casi tocar el cercano núcleo rural, el cual se intuye al fondo, entre los árboles.

Y estas dos presencias, la del padre a un lado y la del núcleo al otro, son en cierto modo el origen del proyecto, como un contrapunto del que se quiere huir pero al que no se quiere dejar. Tan sólo cambia el lenguaje, eso es todo.